lunes, 14 de marzo de 2011

Nueve Dibujos

Queríamos introducir en nuestro estudio algunas experiencias prácticas asociadas  a  la  materia.  No  son  numerosas  pero  la  que  presentamos  a continuación  nos  parece  bastante  interesante.  En  el  “experimento”  que  se describe, llevado a cabo por el Gobierno de los Estados Unidos a finales de la década de los cincuenta, un artista anónimo bajos los efectos del LSD  realizó   25 nueve dibujos en distintas fases de actuación de la sustancia. Se le facilitó material para pintar (carboncillos y lápices) y el sujeto que aparece en los dibujos es el médico que lo acompañó durante el desarrollo del mismo. La asimilación de una droga como el LSD, por ejemplo, tiene la prerrogativa de potenciar la capacidad perceptiva del sujeto, ampliando las sensaciones, permitiéndole  vivir  experiencias  interiores  más  profundas  de  las  normales  y haciéndole adquirir otras anormales o innaturales que enriquecerán su capacidad expresiva, influyendo en el producto artístico [13]:


Comprendiendo la variedad de usos que una sustancia semejante podía tener, Hofmann confeccionó un preparado -el Delysid- (...) El prospecto del Delysid se apoyaba en dos efectos básicos del LSD: “provocar la liberación de material reprimido en el paciente y suministrar una relajación mental”, e “inducir psicosis tipo de duración breve en sujetos normales” [14].

2.1. Nueve dibujos




Realizado veinte minutos después de la primera dosis (50ug).
Según  las  indicaciones  del  médico,  el  paciente  comienza  a  dibujar  con  un carboncillo. El sujeto presenta una condición normal, aún no está bajo los efectos de la droga.




Realizado ochenta y cinco minutos después de la segunda dosis administrada (50ug + 50 ug).
El paciente parece eufórico y repite: “Puedo verlo todo tan claro, tan claro... eres tú... es todo... Estoy teniendo ligeras molestias para poder controlar este lápiz, parece querer irse.”



 




Dos horas y media después de la primera dosis.El paciente aparece muy concentrado en la tarea de pintar. “El contorno parece normal pero está muy intenso -todo está cambiando de color. Mi  mano  debe  seguir  la  atrevida  extensión  de  las  líneas.  Siento  que  mi inconsciente está situado en una parte de mi cuerpo ahora activa-  mi mano, mi codo... mi lengua ”   .




Dos horas y treinta y dos minutes después de la primera dosis.
El paciente parece luchar para rellenar su papel. “Estoy intentando hacer otro dibujo. Los contornos del modelo son normales pero ahora no están en mi dibujo. Mi mano está aprisionada. No es un buen dibujo ¿verdad? Lo intentaré de nuevo...”




Dos horas y treinta y cinco minutos después de la primera dosis.
El paciente sigue realizando rápidamente otro dibujo. “Lo haré pintando en un trazo... sin pararme... ¡una línea, sin interrupciones!” A  veces,  mientras  dibuja  el  paciente  comienza  a  reír,  es  entonces  cuando comienza a alarmarse por algo que hay en el suelo.




Dos horas y cuarenta y cinco minutos después de la primera dosis.
El paciente intenta trepar, está, en general, agitado, responde lentamente a las preguntas mientras intenta pintar algo más, empieza gradualmente a no hablar. “Yo soy... todo está... cambiado... ellos me están llamado... tu cara... quién es...” El paciente, entre dientes y de forma casi inaudible entona una melodía (parece como “Thanks for the memory”). Cambia de material y dibuja con tempera.




Cuatro horas y veinticinco minutos después de la primera dosis.
El paciente se retira a la tarima, pasando aproximadamente dos horas tumbado, agitando sus manos por el aire. Su retorno a la actividad es de improviso y de forma deliberada, cambiando de material, usando lápiz y acuarela. “Éste será el mejor dibujo, como el primero, sólo mejor. Si no tengo cuidado perderé el control de mis movimientos, pero será, porque lo sé, lo sé (lo repite muchas veces).” El paciente hace los últimos trazos del dibujo mientras corre a lo largo de la habitación.





Cinco horas y cuarenta y cinco minutos después de la primera dosis.
El paciente continúa moviéndose por la habitación, cruzando el espacio con diversas variaciones. Hace una hora y media que se ha sentado a dibujar de nuevo  -parece bajo los efectos de una droga-. “Puedo sentir mis rodillas de nuevo. Creo que estoy comenzando a cansarme. Éste es un bonito y buen dibujo -este lápiz es muy pesado para sostenerlo-” (sostiene un lápiz).





Ocho horas después de la primera dosis.
El paciente se ha sentado en el borde de la cama. Él relata la intoxicación que lo ha agotado. Nosotros le pedimos un último dibujo que empieza a realizar con un ligero entusiasmo. “No tengo nada que decir sobre este último dibujo, es malo y poco interesante. Quiero irme a casa ahora”.


El Genio Maligno
Revista de Humanidades y Ciencas Sociales
Nº 2, Marzo de 2008